Abandonarse es reclinarse en el pasado y dejarse mecer por él.
¿ vivir o ser vivido ? Es conformarse, “más vale malo conocido”… Es no aspirar a más. Es aceptar que no está claro que me merezca otra cosa. Es capitular. Decidir descansar. Aceptar que la vida me marque el camino y no tratar de señalárselo yo a ella. Es renegar de la lucha; ¡ya está bien!. Es decidir no estar siempre alerta.
¿Será entonces, confiar en el destino, en lo establecido, en lo que otros han decidido que es bueno para mí o han colocado mi límite?
Y, seguramente como casi siempre,puede haber de lo uno y de lo otro en nuestra realidad de cada día. No podemos estar siempre en la búsqueda, en la tensión permanente pero, al mismo tiempo, necesitamos de la pulsión, como dice mi amigo José Manuel, para sentirnos vivos.
Y cada uno, dependiendo del momento de su vida, de sus circunstancias y de su confianza en sí mismo, decide qué hacer. Ir a la búsqueda de su vivir gratificante o dejar que la vida nos gratifique en su devenir.
Y todo tiene su riesgo y oportunidad. Y además cada uno de nosotros por nuestra personalidad tiene una tendencia “natural” determinada.
Es por ello que no se puede exigir a todos lo mismo y es importante descubrir desde pequeños cuáles son nuestros “caminos fáciles y apetecibles”, nuestro modelo de aprendizaje preferido.
A mí, por ejemplo, no me gusta el enfrentamiento con otra persona. De entrada, me acobarda. Y, como consecuencia, ya a priori le doy la ventaja, la victoria al otro. Opto por salir de escena aunque sea perdiendo lo que está en juego.